-¡Rompí una taza!
-Enhorabuena.
-Pero era para que te tomaras tu cafecito de todas las tardes.
-Mujer, tu sabes que podríamos cambiar esa rutina. Convirtamos nuestra cama en la cafetería mas vacía de la ciudad, sin mozos ni cajeros y bebamos juntos los elixires de nuestros cuerpos, mas dulces que el azúcar granulada, que nos abrirán los ojos y nos permitirán ver el amanecer, químicos mas fuertes que la cafeína.
-Tengo sueño...
-Ven a la cama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario