domingo

Escritos cortos


Escondida en el pecho de un amor cuando hace frío
Durmiendo enredada en sus brazos
¿qué tan cliché puede sonar esto de esconderse en un pecho y un amor?
No hay nada más absoluto que este sentimiento de haber encajad en un cuerpo una noche y dos años






A la luna le canto alguna noches mis mejores canciones y con un tono suave le susurro "no te vayas nunca"
Pero la noche pasa veloz y mi canto no valió para retenerla
Como el canto del amante que quiere encarcelar al amor y este escapa
La luna como el amor siempre vuelven en la madrugada





Y te olvidas que en el baño hay bacterias y pones tu vaso de cerveza junto al jabón de manos y el papel
El basurero jadea su inmundicia y en el water te entregas más que nunca ,
más que cuando te cruzas con humanos






Llanto en el metro,la ventana evocando recuerdos y martirizando a la víctima
las horas dejan de ser horas 
y el tiempo sólo existe cuando anuncian las estaciones
La mirada perdida 
y cualquier canción es una marcha fúnebre para eso que ha muerto y merece ser llorado
Llanto en el metro, no existe para la gente,
es más, la gente preferiría que no estuvieras allí como acarreando el cadáver de algo bueno que 
se fue para siempre





La emoción humana

Una lágrima puede caer por un niño o por un ave o por un perro, 
o por los tres juntos
Dos mujeres suben a canta a la micro y la gente sonríe,
ese momento hace que la lágrima se quiera derramar
Una persona mendigando y una niña mirándolo a los ojos,
el milagro de la empatía y el respeto 
Joyas perdidas que ningún humano vio diariamente
Historias que supuestamente ocurrían en otros tiempos en que la gente era gente








martes

No te puedo esperar
porque yo soy un trueno explosivo, impaciente

No te puedo esperar
la noche se me hace larga sin oír tus pestañas abrirse y cerrarse

El vaso medio lleno
la botella medio vacía

No te puedo esperar
la luna me saluda una vez más diciendo:
mañana quizás...
vos no me avisaste
entraste por una puerta sin cerrojo
simplemente te metiste a mi pieza
y me robaste las horas
los sueños
llegaste plantando semillas en mi jardín vacío
limpiaste la maleza
espantaste a los gusanos
te sentaste en el borde de mi cama y calentaste mis pies por la noche


gracias
Te acuerdas amigo las tardes largas en las que nos sentábamos,
en algún par de escaleras
Cuando tu me contabas que habían hombres más hombres
Y mujeres más mujeres que tú y yo sumados.
Nuestros ojos se llenaban de lágrimas,
Y nos daba vergüenza y llorábamos
Nos abrazábamos con ganas de reventar esa cobardía,
De sacarnos de una vez esas ganas de huir
Que nadie recuerde que fuimos igual de débiles
Que todos olviden nuestras caras inútiles

Porque llevar un cartel en una manifestación es poco.
Porque quemar los palos, las botellas, las bancas es poco.
Porque quedarnos sentados tomando esa cerveza es la anestesia nuestra de cada día.

Cuando me contabas que habían hombres más hombres y mujeres más mujeres
Que sacaban su voz del pecho y no la guardaban entre los reglones de un cuaderno.

viernes




Una vez más me pregunto: ¿qué pensaran los perros?
Con sus orejotas y su baba y sus ojos lagañudos
Me pregunto que pensaran al mirarme en las esquinas
Y cuando los acaricio, ¿será que fingen esa risa?

Sus ojos brillan ante todo,
Si les hablas te responden sin ladrar
Te acompañan si estas solo
Y te besan sin asquear.

¿Qué pensarán estos seres y que hicimos para merecerlos?
En las calles, en las marchas, en la plaza y en los conciertos
Perros acompañan a hombres entre juegos y festejos

martes

asquerosa historia de cómo casi me meé

Mis pupilas permanecían pegadas, clavadas a la manilla del baño y mi boca murmuraba maldiciones.
Un líquido estaba abultado en lo bajo de mi vientre y parecía llenarse más y más con el paso del segundero.
Mis manos heladas sudan. Todo mi ser quiere liberar el agua dentro mío.
Ya no soy solo yo, el ambiente anhela mi jugo,
quiere evaporarlo, hacerlo llúvia y descontaminar.
El universo está pendiente de esa manilla color oro
Ella, brilla por su ausencia, maldita Carla.
Los dioses hacen una cuenta regresiva,
mientras mi estómago, mi panza palpita al compás de esa enumeración.
Tritón pide agua
Zeus quiere hacer beber al universo ese bendito líquido emanado por mi ser
3,2,1 Carla sale y yo , con mis manos empapadas avanzo ...
Me siento y el water está calentito
Reemplazamos a vasallos por ciudadanos
Reemplazamos al rey por las transnacionales
Reemplazamos al vaticano por las modas


por qué somos tan mierdas?
Que me atraviesen el pecho con un alfiler
a ver si mi corazón revienta de una vez
En la cuarta costilla hacia arriba,


Aprieta una vez más el alfiler
a ver si sale sangre de este pecho
que no es pecho
sino carne mal distribuída
Las palabras se traban entre mis dedos, en mis uñas como mugre,no quieren ser escritas.
No quieren compartir espacio con el ruido de los autos, de la calle y los perros.
El silencio y el olvido parecen lejanos
en una cama blanda, en el calor de las ventanas cerradas, pastilla para dormir ya ingerida.
Un motor se enciende
Mis dedos deciden moverse, bailan sobre el plástico
Lo cómodo nunca ha sido inspirador, y aunque la miseria este colgada de mi hombro no quiere ser musa hoy.

No me gusta ser mujer, ni hombre, ni mamífero
La piel es tan blanda, los huesos duros, la sangre tan tibia
El lenguaje es una desgracia pero más aún lo es la necesidad de comunicarse
No me gusta ser mujer ni conocer mujeres,
Ni hombres
A las mujeres les sangra el culo una vez al mes,
Los hombres no tienen memoria
Bueno y a los gatos… se les cae el pelo

domingo

Por eso envejecemos!

true EGOistic Love
vivir con dinero prestado, comer de la mano de una madre, robarle las monedas del vuelto, gastar el gas, escupir en la alfombra un pollo que desaparecerá pronto, que te limpie el vómito un amigo, limpiarlo, la cadena de eventos, la lluvia de ideas.

lunes

hacer el amor sin derramar lágrimas
silenciar al pulmón cansado por un trote de aquí a la esquina
no terminarse toda la bebida de la botella
dejar el ultimo tomate para el compañero de almuerzo


un maullido de Maca

jueves

I'm going out from here, from nowhere

miércoles

Conocí una mano de hombre
Conocí sus uñas cortas
La sentí ásperas en mis dedos
La sentí lenta en mi seno
Alcé la voz y me calló
Solté un susurró y se empuñó
Conocí una mano negra
Conocí una mano blanca
Que secó mi llanto
Que encendió un cigarro y me quemó
Que poses tu lengua en mi mejilla
Como la mariposa sobre la flor
Traga el elixir de mis ojos
Descubre el sabor del delineador
Aprieta mi muslo mientras lloro
Pellízcame el corazón
No me beses la cara
No me saques el tampón.

domingo

Las piedras

Los hombres hacían fila, uno detrás del otro para subir a una plataforma instalada en medio del patio trasero de la casa de los ciruelos en flor. Tenía dos cajones de madera como escaleras, que crujían cuando los dos pies se posaban en ellos. El patíbulo, con una cuerda gris colgando, llena de cebo, esperaba por los cuellos inmortales de los hombres. Subió el primero. Una mujer con la cabeza cubierta por un grueso velo negro le puso la soga en el cuello y tiró de una palanca que dejo al hombre colgando sin tocar suelo. Todos miraron al cielo con desilusión y un poco de rabia. La mujer desamarró la cuerda y el hombre cayó al suelo. Se arrastró con vergüenza y se fue a sentar bajo uno de los árboles en la oscuridad. Subió el segundo, le dejó una carta al que esperaba tras él y subió. La mujer le puso la soga y tiró de la palanca. El hombre colgando empezó a patalear, sus ojos se llenaron de lágrimas. Miraba al cielo que seguía ahí, claro, de luna creciente, sin inmutarse, lejano. La mujer lo ayudó a bajar al suelo para que se revolcara en la tierra mojada bajo la plataforma. El primer hombre, mientras observaba el espectáculo, manoseaba una piedra con forma de almendra que encontró bajo el ciruelo. Se veía a sí mismo en un lago, haciendo rebotar la piedra almendra; y ésta al parar su salto se ahogaba para desaparecer. En el lago nadaban niños muertos que quisieron seguir la ruta de sus piedras. El hombre despertó y se paró con la piedra en la mano, se unió a la fila que había disminuido a 7 hombres. Ninguno de los anteriores murió. El sexto hombre subió con un gato negro muerto amarrado al pecho. No murió. El quinto, dijo un poema antes de subir y al bajar gritó el final desafinado adornado con gallitos negros y palabras de desamor. Los ciruelos derramaban sus pétalos entre la multitud postrada en el suelo, entes tapados en el barro, a la espera del final de la fila para luego dormir y mañana intentarlo de nuevo. El hombre esperó su turno, subió los dos cajones de madera, se puso el mismo la cuerda, apretó la piedra en su mano. La mujer bajó la palanca y un crujido lo ahogó en un lago de tierra, la piedra en la mano, hombres de barro y niños nadando a su alrededor.

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