martes

Las palabras se traban entre mis dedos, en mis uñas como mugre,no quieren ser escritas.
No quieren compartir espacio con el ruido de los autos, de la calle y los perros.
El silencio y el olvido parecen lejanos
en una cama blanda, en el calor de las ventanas cerradas, pastilla para dormir ya ingerida.
Un motor se enciende
Mis dedos deciden moverse, bailan sobre el plástico
Lo cómodo nunca ha sido inspirador, y aunque la miseria este colgada de mi hombro no quiere ser musa hoy.

No me gusta ser mujer, ni hombre, ni mamífero
La piel es tan blanda, los huesos duros, la sangre tan tibia
El lenguaje es una desgracia pero más aún lo es la necesidad de comunicarse
No me gusta ser mujer ni conocer mujeres,
Ni hombres
A las mujeres les sangra el culo una vez al mes,
Los hombres no tienen memoria
Bueno y a los gatos… se les cae el pelo

domingo

Por eso envejecemos!

true EGOistic Love
vivir con dinero prestado, comer de la mano de una madre, robarle las monedas del vuelto, gastar el gas, escupir en la alfombra un pollo que desaparecerá pronto, que te limpie el vómito un amigo, limpiarlo, la cadena de eventos, la lluvia de ideas.

lunes

hacer el amor sin derramar lágrimas
silenciar al pulmón cansado por un trote de aquí a la esquina
no terminarse toda la bebida de la botella
dejar el ultimo tomate para el compañero de almuerzo


un maullido de Maca

jueves

I'm going out from here, from nowhere

miércoles

Conocí una mano de hombre
Conocí sus uñas cortas
La sentí ásperas en mis dedos
La sentí lenta en mi seno
Alcé la voz y me calló
Solté un susurró y se empuñó
Conocí una mano negra
Conocí una mano blanca
Que secó mi llanto
Que encendió un cigarro y me quemó
Que poses tu lengua en mi mejilla
Como la mariposa sobre la flor
Traga el elixir de mis ojos
Descubre el sabor del delineador
Aprieta mi muslo mientras lloro
Pellízcame el corazón
No me beses la cara
No me saques el tampón.

domingo

Las piedras

Los hombres hacían fila, uno detrás del otro para subir a una plataforma instalada en medio del patio trasero de la casa de los ciruelos en flor. Tenía dos cajones de madera como escaleras, que crujían cuando los dos pies se posaban en ellos. El patíbulo, con una cuerda gris colgando, llena de cebo, esperaba por los cuellos inmortales de los hombres. Subió el primero. Una mujer con la cabeza cubierta por un grueso velo negro le puso la soga en el cuello y tiró de una palanca que dejo al hombre colgando sin tocar suelo. Todos miraron al cielo con desilusión y un poco de rabia. La mujer desamarró la cuerda y el hombre cayó al suelo. Se arrastró con vergüenza y se fue a sentar bajo uno de los árboles en la oscuridad. Subió el segundo, le dejó una carta al que esperaba tras él y subió. La mujer le puso la soga y tiró de la palanca. El hombre colgando empezó a patalear, sus ojos se llenaron de lágrimas. Miraba al cielo que seguía ahí, claro, de luna creciente, sin inmutarse, lejano. La mujer lo ayudó a bajar al suelo para que se revolcara en la tierra mojada bajo la plataforma. El primer hombre, mientras observaba el espectáculo, manoseaba una piedra con forma de almendra que encontró bajo el ciruelo. Se veía a sí mismo en un lago, haciendo rebotar la piedra almendra; y ésta al parar su salto se ahogaba para desaparecer. En el lago nadaban niños muertos que quisieron seguir la ruta de sus piedras. El hombre despertó y se paró con la piedra en la mano, se unió a la fila que había disminuido a 7 hombres. Ninguno de los anteriores murió. El sexto hombre subió con un gato negro muerto amarrado al pecho. No murió. El quinto, dijo un poema antes de subir y al bajar gritó el final desafinado adornado con gallitos negros y palabras de desamor. Los ciruelos derramaban sus pétalos entre la multitud postrada en el suelo, entes tapados en el barro, a la espera del final de la fila para luego dormir y mañana intentarlo de nuevo. El hombre esperó su turno, subió los dos cajones de madera, se puso el mismo la cuerda, apretó la piedra en su mano. La mujer bajó la palanca y un crujido lo ahogó en un lago de tierra, la piedra en la mano, hombres de barro y niños nadando a su alrededor.

miércoles

querida jessica beatriz herrera benitez con z, sé que estás por ahí pensando en mi. Algún día te regalo una barbie original, no lograste convencerme en todos estos años, hoy sí.

martes

REFLEJO EN EL ANDEN


La veo y de nuevo no la reconosco, sentada en el metro mirando la ventana. Trae bajo un brazo el Publimentro, pero no lo lee. En el hombro va acostado el cabello, no tan corto, teñido de arcoiris, con pocas ondas. Deletreo su nombre: Macarena. Sigue usando los mismos lentes rojos con el cristal rayado. Los ojos siguen intactos, secos, con largas pestañas y adornados por unas cejas frondosas. Los labios están más delgados, menos húmedos pero conservan el rosado otoñal de siempre. Hoy trae una argolla negra en la nariz y en su mejilla se mantiene reposando una peca que según ella "estuvo de moda en otra época." Llegando a Salvador Macarena se para. Me mira, se mira, no se reconoce tampoco. De pies a cabeza; sandalias, vestido, cuello, mentón, frente, cabello. Está más alta pero sigue siendo pequeña, y sigue sembrando una joroba en su lomo. La ropa siempre negra, como maldita por la costumbre indígena de necesitar atraer el sol; y el pecho sin un adorno más que el de estar vivo, el respirar lento y un palpitar pausado. De repente las manos huesudas de sueltan de pasamano y las puertas se abren. Desaparezco.

lunes


estaba ociosa ja


una sombra simulando ser una niña con una hoja en la mano


la sombra,la hoja y la persona de atrás

sábado

del tropezón a tu beso, ay la vida
ojala los días fueran tan blandos
y tu carne un espejismo continuo sobre mis pestañas
los segundos, días y tardes
mañana cuando salga el sol grítame para volver a creer en el amor equivocado
Ayer te vi cuando bajabas lento del casi último vagón con los ojos caídos, mas abajo que nunca y la sonrisa gris quemada por los inviernos. Me recorrió un calor en la espalda, uno de esos calentamientos comunes, no de ganas sino de humilde inmovilidad.Yo sentada y tu bajando, yo esperando, no una Penelope sino que como una simple dama abandonada en el asiento naranjado queriendo que el metro esté vacío para que ninguno roce sus caderas; con los audífonos al volumen más bajo y la boca degustando mentas. Ayer te vi y me viste entre una multitud plantada al piso, estática, como si mi rostro hubiera estado iluminado, como si mi cuerpo siguiera siendo el mismo, ese pegado a los huesos, ese vital y delgado. Y yo te vi, tu eras rasguño y virulencia, las guerras titanicas te habían robado casi todas las lágrimas y tus ojos... aguados antes, opacos ahora, me obligaron tropezar en otro rostro hasta simular olvidarte. Bajaste aún más la mirada y te vi huir de la estación a brincos, las escaleras y la mueca del adiós.

viernes

TEMUCO LA ARAUCANIA CHILE
No es la lluvia la amenaza
el latente latido del horror
la sangre que gira y se revuelve
los vellos punzantes, la orina acumulada
ni la tormenta, ni el trueno
el calor de febrero y su viento seco
no son los pies descalzos
el rayo
la descarga solar
la luna nos escupe su llama delicada
Es el hombre que aprovecha el ocaso
el que se entromete en el silencio de gotas
la oscuridad de las nubes
y te amarra
al eterno clamor del sueño
a la espera de lo desconocido
no es lo que creo Dios
es el error, el octavo
"cántale al amor en voz baja
y a todo grito por la libertá."-

quien escribe?